domingo, 16 de noviembre de 2008

Vejez.Divino Tesoro. II Parte

De hecho ya estamos en la pista de la inmortalidad pues se ha descubierto el papel que desempeñan los radicales libres de oxígeno, subproductos del metabolismo, que son muy agresivos con el material genético. El descubrimiento realizado por un grupo de investigadores ingleses y norteamericanos se ha experimentado en un gusano, al que los especialistas han bautizado con el original nombre de Caenorhabditis elegans. Una molécula que protege contra el estrés oxidativo ha permitido alargar la esperanza de vida del mencionado gusano en un 67%. El elixir de la eterna juventud está por tanto a la vuelta de la esquina.
De momento los genetistas aspiran a equiparar a los seres humanos con las tortugas gigantes que a los cien años están en la flor de la edad:una cierta capacidad de resistir a los choques físicos y psicológicos y una cierta confianza en uno mismo constituyen, según los expertos, los principales rasgos psicológicos de las personas centenarias.
Sin duda, el duro caparazón de las tortugas gigantes y su aire de indiferencia a todo lo que las rodea les permite vivir ciento cincuenta años.
El discurso dominante sobre la vejez es en realidad un discurso social biologizado que tiende a naturalizar la vejez para mejor olvidar o negar su naturaleza sociopolítica.
Al naturalizar la vejez nos olvidamos que una buena parte de nuestros semejantes pasan su corta y explotada vida arrastrándose como gusanos mientras unos pocos sueñan con la inmortalidad.
Estos párrafos extraídos de diferentes fuentes no tienen otro sentido que el de cuestionar los discursos y las prácticas dominantes relativos a la vejez.
Conscientes de que el cuidado con el que una sociedad se ocupa de sus adultos mayores es el mejor instrumento para evaluar el grado y la calidad de su cohesión social.
Deberemos hacer la diferenciación con respecto a las formas de vida que en esta etapa se adoptan, con esto, es una vejez libre o institucionalizada, pero el afán no tiene otro objetivo que el de interpelar acerca de que si la vejez es un divino tesoro deberemos implicarnos y asumir un discurso ético, estético y político en favor de la misma, ya que nuestros viejos animan tanto la memoria como la conciencia colectiva sin las cuales ninguna sociedad puede subsistir.

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