Adultos Mayores, la encrucijada de sobrevivir
Vivir supone, en cualquier etapa, desde el nacimiento hasta la muerte, acomodaciones psíquicas inexorables y continuas para responder a las demandas internas y externas, esta realidad no sólo se basa en algo puramente psicológico, sino también para los a cambios de la materia de la cual el aparato psicológico es una función.Se considera típico de esta etapa, la necesidad de elaborar duelos debido a la cantidad de pérdidas que se producen –pares, roles, status, enfermedades, por nombrar sólo algunas- pérdidas entonces del yo físico y psíquico, de memoria, trastornos del sueño, y tal vez lo más importante de objetos amados.
Más en esta época histórica, se le han sumado a las batallas concernientes al proceso de acomodación en esta nueva etapa, los cataclismos provocados por políticas que sumen al sujeto envejeciente en una encrucijada dolorosa: la de sobrevivir.
Sin necesidad de agregar ningún tipo de ocio reflexivo, se impone argumentar acerca de políticas distributivas que están realizando un profundo daño, una iatrogenia deliberada sobre una parte muy importante del tejido social.
Pierre Bourdieu señalaba que “la esencia del neoliberalismo es un programa de destrucción de las estructuras colectivas cuando éstas pueden convertirse en un obstáculo para el avance de la lógica del mercado puro".
Este mensaje adquiere una atroz y profunda vigencia, cuando vemos azorados como se congelan jubilaciones y pensiones, siempre decimos que vivir requiere de cierta estabilidad mental, física, social, sobre todo cuando de vivir se trata y no de durar. Lo que resulta llamativo es el afán de determinados organismos ya no sólo internacionales en la puntuación que hacen de esta secuencia de hechos y acontecimientos llamada vida.
Cierta palabra que aparece como del orden de una sentencia "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado es un tema que exige más atención y que ha sido subestimado". La actualidad refleja un significativo revés de la fantasía de Orwell, todo está dicho, todo está a la vista y existe una especie de resignación apática con respecto a los designios de estos organismos. Debido a esto el FMI llama a elevar la edad de la jubilación, más otra serie de medidas “humanitarias” para contrarrestar los costos que sobrevendrían producto del envejecimiento mundial.
A comienzos de siglo, los adultos mayores tenían un "lugar" dentro de la familia, durante mucho tiempo no alcanzaban esta numerosidad actual, la prolongación de la vida puso la mirada en el aumento de estos seres aparentemente improductivos.
Si bien la esperanza de vida se ha incrementado, por lo que hay cada vez más adultas y adultos mayores que viven de su jubilación, (recordemos que se fijó arbitrariamente a los sesenta y cinco años, en un tiempo que la esperanza de vida era hasta los sesenta y dos) o sea jubilación y muerte estaban cercanas. Sería oportuno remarcar que, en la mayoría de los casos, la jubilación es miserable. Pero, en síntesis: Las recetas del Fondo, y las que se aplican a través de políticas neoliberales o de cuño de novedosa palabrería, con los reiterados vaivenes que nunca permiten que un jubilado pueda sentir que sus últimos años son aquellos "dorados" con los que pretendieron ilusionarlo nunca varían en los ingredientes: son siempre menos vida; la estabilidad financiera global nos enteramos que está en riesgo… y una de las causas principales es esta costumbre exacerbada de vivir más de lo debido.
“Si el promedio de vida aumentara para 2050 tres años más de lo previsto hoy, los costos de envejecimiento crecerían un 50% en las economías desarrolladas, advierte el documento, que analiza los riesgos financieros relacionados con el aumento de la esperanza de vida global. Ese aumento se reduce al 25% en las economías emergentes”. Demás está expresar que estas cifras ocultan que la esperanza de vida varía en distinta forma en función de las desigualdades sociales, de la estratificación social, y también por la calidad de vida.
Ahora la pregunta que surge es porque no se puede redistribuir de otro modo el gasto público dirigiéndolo a gastos sociales, en vez de solventar otros gastos que no están relacionados con una lógica de vida. Cuando el drama deja de conmovernos comienza la comedia diría Bergson, por un lado la ciencia extiende la esperanza de vida, por el otro, millones de adultos mayores en el mundo están bajo intimidación de vivir a costas de la ayuda social, ahora cruelmente negada incluso en los casos que se hace perentoria.
Producto de las políticas neoliberales se ha reducido el empleo al mínimo indispensable, el sociólogo alemán Ulrich Beck ha escrito "los empresarios han descubierto la nueva fórmula mágica de la riqueza, que no es otra que capitalismo sin trabajo más capitalismo sin impuestos". Y no es que la economía no ha crecido, ha crecido mucho más que la población. Cuando leemos las estadísticas de distintas regiones del mundo encontramos que hay un plus de riqueza, sólo que la misma ha ido a parar a paraísos fiscales.
Debido a esto razonamos que el problema no es el aumento de esperanza de vida, sino el intento de quiebre de un pacto social, de un sistema de solidaridad entre las generaciones. Por eso siempre ronda la fantasía de privatizar las jubilaciones y pensiones, debido a esta presunta inestabilidad con el objetivo de asaltar las arcas de los fondos públicos. El objetivo desmantelar el tejido social.
De ocurrir, no será indoloro este pasaje. Esperemos que exista suficiente fuerza en la sociedad para combatir estos poderes oscuros. La instrucción que subyace pareciera ser la de que hay que morirse a tiempo.