miércoles, 19 de noviembre de 2008

La vigencia del desapego

Buenos Aires, cielo abierto, mi destino: la visita de un geriátrico.
Ni bien lo vi me hizo recordar aquello de que la vida de un edificio ya no está ligada a la vida de los hombres que lo construyeron sino a los vaivenes del mercado.
Una otrora mansión de Belgrano R, trataba de imaginarme mientras esperaba paseando por sus frescos y cálidos jardines, si hubiera profetizado su destino, por lo observado y conversado con la dueña, los adultos mayores y... el edificio, tuve como respuesta que todo se empeñaba en decirme que la vida, incluso la historia siempre es un poco impredecible.
La mayoría de los adultos mayores de este lugar lucían tristes pero respetables, algunos agrupados hablaban entre sí, de una viejita me llamó la atención cierta rigidez, no me estoy refiriendo a ningún cuadro parkinsoniano, sino a otra cosa: la rigidez de la espera. Nótese que no digo ansiedad.
Salí de allí, previa confirmación por parte de la dueña que aunque de lujo, en los geriátricos la gente sigue siendo depositada. Vino a mi memoria la Teoría del Desapego formulada en la década del 50 en EE.UU. por Cummings y Henry, según estos autores: envejecer sería una pérdida de interés vital por todo lo que nos rodea, un desafectarse de todo lo vivo. algo que ellos afirman como universal, invariante, intrínseco, no sujeto a variable o intervención social alguna. El viejo se aparta.
Nada más pertinente que mencionar a Freud dice ahora bien la contradicción teórica es casi siempre infructuosa. En cuanto empiezan a alejarnos del material básico corremos peligro de emborracharnos con nuestras propias afirmaciones y acabar defendiendo opiniones que toda observación hubiera demostrado errónea.
Me parece pues, mucho más adecuado combatir las teorías divergentes contrarrestándolas con casos y problemas concretos.
Bleger en nuestro país ha sido bastante crítico con esta prototeoría y se pregunta cómo puede ser que un ser social pueda devenir aislado.
Maddox, por su parte, contrapone la Teoría de la Actividad con ella demuestra que es posible seguir apegado a intereses y deseos hasta el fin de la vida.
Si bien hay un tipo de vejez caracterizada como melancólica la interpelación debe dirigirse al orden social.
Silvia Bleichmar define como malestar sobrante a la cuota que nos toca pagar que remite a resignificar aspectos sustanciales del ser mismo como efecto de circunstancias agregadas.
El malestar sobrante está dado por el hecho de que la profunda mutación histórica sufrida en los últimos años deja a cada sujeto despojado de un proyecto trascendente que posibilite de algún modo avizorar modos de atenuación del malestar reinante.
Este nuevo escenario nos remite a pensar que el Desapego ya no está referido a cierta etapa etaria, sino que es en los sectores más vulnerables -llámese niños, viejos- donde se expresa con más impunidad y violencia.
En otro párrafo Silvia Bleichmar decía: porque lo viejo no es un problema de tiempo solamente sino de mirada puesta en un punto en la flecha del tiempo hacia el pasado o hacia el futuro y esto define las coordenadas con las cuales se emplaza lo joven o lo viejo.

No hay comentarios: