lunes, 5 de mayo de 2014

El goce de lo errático

Ciertos legados, ciertas personas, especialmente dotados de una riqueza que dejan marca, nos dan la posibilidad de pensar y sentir la diferencia entre el tiempo y la temporalidad.
Algunos seres se caracterizan por sostener un pensamiento que no se paraliza con la lucidez ni se enmudece con respecto a pensarse en su extrema posibilidad; un pensamiento que trabaja afanosamente sobre lo latente hasta incluso adelantarse por los sinuosos caminos del misterio, de las razones científicas más absolutas, o de la fe, cuestiones todas con las que advenimos,como este cuerpo y este ropaje que nos da la vida.
Rebeldes a las marcas del malestar de la cultura que posicionan al sujeto en un lugar más amenazado que deseante, provocan rebeliones conjeturales que imprimen una nueva faz a ese saber inamovible, sacralizado por el sujeto, por su familia o la sociedad en que vive.
Estos seres es cierto que emergen de un contexto, son portavoces que han rozado la perplejidad, quizás por determinadas razones internas o acontecimientos externos hayan buceado hasta lo más profundo, pero es justamente esa superación del caos, lo que ha producido esta novedosa conjunción de ese ser con el mundo.
Y ese pensarse como un no estar en el mundo,paradójicamente, ha cristalizado esa perplejidad, ha facilitado la discriminación, el avance a un nuevo conocimiento, o estructura, bastión de una nueva tarea y faro que previene contra las tempestades, o advierte lo que subyace.
El vivir entonces se convierte en la apuesta a un desafío constante, donde a éste no le queda otra cosa que esto: vivir.
Y estas conjeturas - juntar ideas para arrojarlas en montón, en dirección más bien errática-, conllevan el sentido de realizar esta diferenciación entre el tiempo vivido como algo cronológico de relojes y fechas, de bolsillo o como este otro, que es más parecido a nuestro inconsciente,intemporal, casi como el tiempo cósmico.
Modalidad especial de vivenciar que comienza en los seres que se implican con la vida, con los otros seres y el mundo, donde existen ciertos saberes mas o menos con carácter de absoluto que se van adquiriendo por el camino de las teorías, de las prácticas, pero en el que aparece siempre el cuidarse de cierta comodidad que pueda conllevar la amenaza de un presente y un futuro demasiado estacionario.
Ese alejarse del equilibrio, transitado por una incesante actividad asociada a proyectos, a indagar por caminos que son realmente rebeldes, libertarios, revelados, es lo que les permite la realización y la invención de nuevos sueños.
Hijos cercanos, predilectos de una creatividad imperiosa, rabiosa, casi de genes obsesivos.

Pichón decía: Larga es la vida como largo es el proyecto, aquí hace referencia a otra dimensión que no está ceñida al tiempo cronometrado, tal vez debido a que se haya formulado que el tiempo era El.Que haya pensado el Dasein, el Ser y el Tiempo, y se haya respondido no acerca de qué era el tiempo, sino quién era.
Francoise Dolto por su parte decía: 
uno se muere cuando ha terminado de vivir.La carta de los derechos del niño no estaba aún terminada cuando la sorprendió la muerte, tenía 80 años.
Fernando Ulloa, tenía la certeza de que la muerte al ser humano debía atraparlo vivo;
Cómo morir felices
es la pregunta que como contrapunto, formula Albert Camus, en un contexto donde se delimita, en su novela la noción del bien vivir -en el sentido de una calidad de vida-
No quería morir como un enfermo... no quería que la enfermedad fuese lo que suele ser, una atenuación y una especie de transición hacia la muerte. Lo que quería, todavía inconscientemente, era el encuentro de su vida, rebosante de sangre y salud, con la muerte. Y no la simultaneidad de la muerte con lo que ya estaba casi muerto... Esa muerte que él había mirado con el enloquecimiento de un animal; comprendía que tener miedo significaba tener miedo de la vida. El miedo a morir justificaba un apego sin límites a lo que está vivo en el hombre
.
Además, Ulloa, pensaba en un tiempo que corría y daba saltos y era a su vez recorrido por el pensamiento; Un salto mismo en el vacío que configuraba una metáfora y abría el nivel de lo psíquico.
También los griegos pensaban que el tiempo es aquello en lo que se producen acontecimientos.
La vejez no tiene nada que ver con la edad cronológica. Es un estado de espíritu, no estacionario, en constante movilidad y cambio. Es verdad que la mayoría quisiera dejar para después, para lo más tarde posible, la renuncia a lo que fuimos. No decimos, para dentro de 10 años, decimos lo más tarde posible, tiempo no mensurable.
Un anciano jamás se siente un anciano comprendo por otros lo que implica la vejez en aquel que la mira desde afuera, pero yo no siento mi vejez
, Sartre, también nos remite a Lacan, el problema del deseo es algo que el hombre tiene que situar, encontrar, a lo largo de toda su vida, y con gran frecuencia a sus expensas.