lunes, 17 de noviembre de 2008

Las variadas formas del maltrato en los adultos mayores


El maltrato hacia las personas mayores es generalmente no negado pero sí soslayado en nuestra sociedad, es difícil de detectar y poco denunciado. Uno vuelve a preguntarse porqué razón un adulto mayor minimiza todas estas cuestiones, es que en realidad su edad, condicionada por una serie de duelos por procesar, nos estamos refiriendo a pérdida de roles, viudez, escasa o nula participación social,por nombrar algunos, facilita que él sostenga un lugar en esta asimetría sometedora, donde cede su poder a un otro.
También porque aparecería esto de que las víctimas prefieren padecer antes que acusar a las personas perpetradoras de este maltrato, que en realidad no son otros que
sus familiares directos o sus cuidadores.
Esperan como la mujer golpeada que esto pase, además de no denunciar por sentir temor y verguenza cuando el violento es un miembro de su familia.
Lo concreto es que el ejercicio de la violencia es ejercido en una relación de poder que se impone desde el exterior y que las condiciones antes mencionadas de vulnerabilidad propias de esta etapa pueden facilitarlas pero no provocarlas.
Estaríamos además precisando que el tema del maltrato nos remite indefectiblemente a una multiplicidad de causas que van más allá de lo intrapsíquico individual, abarcando entonces no sólo el psiquismo del sujeto sino los vínculos con unos otros inmersos dentro de un contexto de características determinadas.
Entonces, es un tema que trasciende lo intrapsíquico, trasciende el ámbito privado, para convertirse en algo relacionado con el ámbito público, con el interés general, ya que cuando un individuo está amenazado en la sociedad, lo estamos todos.
Para agregar que cuando uno ha visualizado estas cuestiones, ya no puede estar ajeno, ni mirar para otro lado, siempre la complicidad necesita del silencio.
Dentro de las otras causas, macrosociales, mencionaríamos bajos haberes, insuficientes obras sociales, o institucionalización no deseada, producto de los bajos recursos materiales y simbólicos de una familia que no puede hacerse cargo de este familiar que está pasando por una crisis evolutiva.
El objetivo de esta referencia va en el camino de responsabilizar a las familias no de culpabilizarlas, ya que si ese geriátrico funciona como un lugar de transición, o de encuentro con otros pares, y el adulto mayor está informado y ha meditado acerca de esta situación, puede ser hasta una salida deseable.
El caso es cuando esta intención no está, esta palabra no está y el adulto es depositado, no consultado, engañado.
Son casi reiteradas las quejas de los viejos cuando uno se acerca a saludarlos, preguntando: ¿porqué me hicieron esto?
Esta entonces, sería una forma de maltrato naturalizada: hacer del otro lo que se nos antoja, no tomar en cuenta sus deseos.
Pero lamentablemente hay infinitas formas de situarse frente al otro en una posición de control y poder, menoscabando su integridad personal, formas que llamaremos explícitas en su poderío gestual, o motor, en su fuerza destructiva o implícitas -omisión, indiferencia, abandono- productoras también de daño emocional y psicológico.
Un adulto mayor víctima de la violencia por parte de una persona cercana, vivencia las tres sensaciones que describe Freud en Más allá del Principio del Placer, en relación al peligro:
Susto o Sobresalto, estado que invade bruscamente frente a la sorpresa de la agresión.
Miedo a ser dañado, lastimado, y a la repetición de la violencia.
Angustia por la expectación y preparación constante, para evitar que suceda nuevamente.
Un factor agregado en los casos de maltrato es la conmoción afectiva y el dolor producido por la cercanía afectiva o de cierta dependencia con la persona agresora.
La cronicidad del maltrato promueve sentimientos constantes de miedo, impotencia, indefensión, que junto a la inhibición de recursos protectores, generan cada vez mayor pasividad y represión emocional. Conformando el llamado Síndrome de Campo de Concentración, lo que paraliza e impotentiza para algún tipo de recurso defensivo frente a la situación.
El programa Proteger del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, asumió el desafío de orientar la política social para la vejez, a través de un modelo de gestión que prioriza a la persona, combatiendo el aislamiento, la discriminación, el abandono y el maltrato.
Los ejes del programa están basados en la promoción, prevención y asistencia.
Tel. 0800-333-4300.

buenos aires, marzo 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones y bienvenida