viernes, 26 de marzo de 2010

En el centro del tiempo.


La discriminación por edad o Edadismo, implica el incluir en una categoría y juzgar a las personas sólo en función de su edad cronológica, se parece en muchos aspectos al racismo,y al igual que esos perfiles "es una manera de encasillar a las personas y no de permitirles ser individuos con un modo propio de vivir sus vidas" (Butler y cols.,1991).


La vi en medio de una multitud, junto con un grupo de adultos mayores, ella era como todo ese pueblo que marchaba, en un punto pensé: es dueña de todas las edades. Sonreía como una adolescente, alzaba los brazos al son de unas gaitas, y cuando me acerqué a hablarla vi sus ojos brillar por el futuro, como un sol clavado, eterno.

Miraba pasar a todos sus hijos, todo el grupo destilaba esa misma frescura, tal vez la de la consigna compartida, la del énfasis contagioso, era un dulce augurio el verlos ahí, justo parados en el centro del tiempo. Llevándolo de una augusta manera, casi como dioses.

Predestinados como todos pero sugiriéndonos que hay un camino, que no es precisamente el determinado por lo cotidiano, usual, sino producto de una marea dialéctica, de una sabiduría amasada por la tensión de la elección constante entre lo fijo y el cambio.

Así viví ese encuentro, cuando me acerqué a intercambiar unas palabras y le dije que mis abuelos eran de determinada región de España, me dijo: vienes de una tierra de luchadores.
Acto seguido me preguntó si tenía la doble nacionalidad, mientras me aferraba el brazo con su mano fuerte; y hablamos de Lorca.
Lorca muerto por rojo, por raro, por marica; las gaitas sonaban, el pueblo seguía marchando para no tratar de olvidar y ella ahí seguía siendo soporte sin saberlo de todas nuestras luchas. Fascinada, pudé ver en segundos mi futuro. Quiero ser ella, así, si llegó, pensé para mis adentros....

Ella me inducía a pensar lo que siempre había presentido, las categorías socio-económicas de "jubilado", "tercera edad", hasta "cuarta", a las que se reduce al individuo cuando sale del circuito de producción no tienen porque destituirlo de la categoría de ciudadano o de sujeto.

Ella también me afirmaba lo que siempre había sabido por anécdotas familiares, de las mujeres de mi familia, no siempre en toda época y lugar espiaron tras los visillos; en toda época se necesitó de un Yo lo suficientemente fuerte para derribar las barreras de la opresión cultural o económica.

Pero sobre todo ella, me dejaba su mensaje, la vida es lucha, en toda edad, por todo tiempo, es no entregarse, es buscar los zapatos acá, hacer la sopa acá, beberse su contenido te haya salido rica o no, es jugarse y tener las manos duras y cálidas, para aferrar fuerte los deseos y no dejarlos partir sino se realizaron, es mirar ahora aquí, ser el centro del tiempo, después tal vez... llegué otro cielo.

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