sábado, 9 de enero de 2010

Permiso a la aceptación


¿Porqué los seres humanos experimentamos tantas dificultades ante el proceso de envejecer? ¿Cómo podremos superar esta rebelión, que en alguna medida parece absurda?, tal vez nos convenzamos con explicarnos, aceptar parece ser la mejor manera de lidiar con este conflicto humano, el del paso del tiempo, el de su sucesión, la eterna aventura del viaje, en vez de pensar en que "no queda otro recurso", ya que esta frase remite a una resignación desesperada y dolorosa.
Frente a esta actitud ¿podemos descubrir una motivación positiva, activa y eficaz? Creo que sí, y creo que además está latente en una necesidad muy profunda, existencial y poderosa que experimentamos todos: la necesidad de estar en armonía consigo mismo.
En el corazón humano existe un deseo de verdad que quizás no se devele abiertamente, pero puja por abrirse, como un destino que no puede ser traicionado.
Cada individuo no tiene más que una verdad, pero cada verdad tiene un sabor a victoria.
Puede ocurrir tal vez que el paso del tiempo, lo realizado no haya sido suficiente y esto nos posicione en un lugar de desesperación? O podríamos pensar como Fechner que el hombre está provisto de una serie de anhelos, apetencias, esperanzas, temores, que no corresponden a la duración de su vida.
Siempre estamos ante el río de Heráclito y fluimos igual que él, estamos siendo siempre otros y el mismo.
Seguiremos siempre ansiosos? o mejor elegiremos otras exploraciones aquellas relacionadas con los otros niveles, a los que no accedimos por la premura de la vida, por lo insaciable que ésta conlleva.
Envejecer podría ser el paso a la aceptación, la llegada de la sabiduría, de esa otra mirada que nos estuvo esperando, cuando éramos tan inocentes como para no darnos cuenta que éramos todos los hombres.
Todo gradualmente, como si una remota fuerza nos guiara, nos indicará el camino, el tiempo ahora sí de demora.

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