Pierre Bourdieu señalaba que “ la esencia del
neoliberalismo es un programa de destrucción de las estructuras colectivas
cuando éstas pueden convertirse en un obstáculo para el avance de la lógica del
mercado puro”.
Que vivir puede sentirse como una turbulencia, como un
caos que requiere de cierta estabilidad mental, física, social, hace mucho
tiempo que lo sabemos, sobre todo cuando de vivir se trata y no de durar, pero
lo que resulta llamativo es el afán de
determinados organismos internacionales en la puntuación que hacen de esta
secuencia de hechos y acontecimientos llamada vida.
Cierta palabra que aparece como del orden de una sentencia "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado es un tema que exige más atención y que ha sido
subestimado". Debido a esto el FMI llama a elevar la edad de la jubilación, más
otra serie de medidas “humanitarias” para contrarrestar los costos que
sobrevendrían producto del envejecimiento mundial.Nos preguntamos ¿cuáles costos?
Si bien la esperanza de vida se ha incrementado, por lo que hay cada vez más
adultas y adultos mayores que viven de su jubilación, sería oportuno remarcar
que, en la mayoría de los casos, es
miserable. Pero, en síntesis: Las recetas del Fondo nunca varían en los
ingredientes: siempre menos vida.
La
estabilidad financiera global nos enteramos que está en riesgo… y una de las causas
principales pareciera que es esta costumbre de la gente de seguir viviendo. “Si
el promedio de vida aumentara para 2050 tres años más de lo previsto hoy, los
costos de envejecimiento crecerían un 50% en las economías desarrolladas,
advierte el documento, que analiza los riesgos financieros relacionados con el
aumento de la esperanza de vida global. Ese aumento se reduce al 25% en las
economías emergentes”.
Demás está expresar que estas cifras ocultan que la
esperanza de vida varía en distinta forma en función de las desigualdades
sociales, de la estratificación social, y también por la calidad de vida.
Sin embargo, advierten que estas medidas deberán tomarse con
excesiva urgencia, porque está en riesgo la estabilidad financiera -debido a
esta voluntad exacerbada de vivir más de lo debido-. Y esto habría que
achacárselo también a la ciencia, o, ¿acaso podemos negar de que hay un orden
social previo capaz de determinar la vida?. Pero la cuestión aquí es simplificar
lo complejo: hablamos de un sector de adultos mayores, a los que no les será
indoloro este pasaje, o mejor dicho esta continuidad, esta prolongación no
querida o deseada, como otras tantas cosas.
A no tener entonces, angustia existencial, están los que
siempre quieren pensar por todos, quizás la medida apunta a que los adultos
mayores no sientan desvalimiento alguno, ni se angustien por pormenores de
índole cualquiera, para qué el tiempo libre, el ocio, la planificación o no de
los años venideros, otra lógica impera, a trabajar entonces… además parece que
ya todos los jóvenes tienen capacidad plena, y condiciones dignas de trabajo,
de ahí la importancia de llamar a los viejos.
Casi como si se impartiera
cierta instrucción paradójica porque la cuestión se trata de prolongar
la vida laboral de los viejos hasta la muerte o tal vez, de última, morirse a
tiempo.
Aunque siempre sea una codicia de proporciones inimaginables
hablar de la vida, de la muerte en términos estadísticos, casi una osadía de la razón, que estos señores del
fondo, han olvidado.